Perdóname, pero discúlpame
Algunos días han pasado luego de que recibiera la que hoy considero la tercer “mejor - peor” excusa que he recibido.
Pocas cosas tan comunes como las excusas, son más cotidianas que la vida misma. Las hay para evitar vivir, del tipo “yo ya no estoy para eso”, o “yo ya no soy un jovencito”; o para negarse a un amor “Me gusta, pero se ve demasiado experimentado”; y hasta para alimentar la constancia en un vicio: se fuma por ansiedad, frío, calor, exceso de actividad, falta de actividad, etcétera.
En nuestro país el deporte nacional son las excusas. He creído incluso que cuando en alguna parte del origen del mundo alguien fue a repartir el “don de la excusa”, los colombianos no estuvimos presentes arguyendo que “no nos avisaron”, o cualquier otro pretexto similar.
Ser docente implica, de cierta manera, soportarse como el blanco constante de disculpas: se me quedó, a mí no me dijeron, ayer no había red, se fue la luz, mi abuelita murió, mi papá se enfermó, tuve que cuidar a mi sobrino, yo no sabía, ésta no es la única materia, el documento era muy difícil, yo no entendí qué había que hacer, en fin.
Inicio pues un “top excusas”, de la menos a la más tonta de las excusas que he recibido, todas en medio de diálogos como el de hace poco, en los cuales mi sorpresa ha sido cada vez mayor. De seguro no son grandes excusas y ustedes habrán escuchado cosas más brillantes; es sólo una selección personal. Quisiera contar mejor cómo fue cada uno de estos diálogos, pero no tengo tiempo, ahí me disculpan.
5.
Yo: Esperaba que fueras
Ella: Te marqué al celular y nunca contestaste
Yo: lo tuve prendido todo el día y siempre tuve señal
Ella: Te puse un mail para avisarte que no podía
Yo: Sí, lo pusiste diez minutos antes de la cita
Ella: Pero es que como tú tienes banda ancha…
4.
Ella: ¿Era hoy? Es que como el lunes fue festivo, toda la semana se me corre; pensé que era mañana.
3.
Yo: Hey, te esperé casi media hora.
Alguna: Lo que pasa es que yo pensé que no ibas a ir.
Yo: Pero habíamos quedado que a las 6:30 p.m en el Colombo
Alguna: Sí, pero antes de salir tuve la impresión de que me ibas a dejar esperando.
2.
Yo: Entonces, ¿sí puedes venir?
Ella: No, mira, es que voy a tomar una terapia de reflexología y debo cortarme las uñas.
Yo: Plop!
1.
No puedo, es que tengo que desarmar el pesebre.
*Carlos Andrés*
Pocas cosas tan comunes como las excusas, son más cotidianas que la vida misma. Las hay para evitar vivir, del tipo “yo ya no estoy para eso”, o “yo ya no soy un jovencito”; o para negarse a un amor “Me gusta, pero se ve demasiado experimentado”; y hasta para alimentar la constancia en un vicio: se fuma por ansiedad, frío, calor, exceso de actividad, falta de actividad, etcétera.
En nuestro país el deporte nacional son las excusas. He creído incluso que cuando en alguna parte del origen del mundo alguien fue a repartir el “don de la excusa”, los colombianos no estuvimos presentes arguyendo que “no nos avisaron”, o cualquier otro pretexto similar.
Ser docente implica, de cierta manera, soportarse como el blanco constante de disculpas: se me quedó, a mí no me dijeron, ayer no había red, se fue la luz, mi abuelita murió, mi papá se enfermó, tuve que cuidar a mi sobrino, yo no sabía, ésta no es la única materia, el documento era muy difícil, yo no entendí qué había que hacer, en fin.
Inicio pues un “top excusas”, de la menos a la más tonta de las excusas que he recibido, todas en medio de diálogos como el de hace poco, en los cuales mi sorpresa ha sido cada vez mayor. De seguro no son grandes excusas y ustedes habrán escuchado cosas más brillantes; es sólo una selección personal. Quisiera contar mejor cómo fue cada uno de estos diálogos, pero no tengo tiempo, ahí me disculpan.
5.
Yo: Esperaba que fueras
Ella: Te marqué al celular y nunca contestaste
Yo: lo tuve prendido todo el día y siempre tuve señal
Ella: Te puse un mail para avisarte que no podía
Yo: Sí, lo pusiste diez minutos antes de la cita
Ella: Pero es que como tú tienes banda ancha…
4.
Ella: ¿Era hoy? Es que como el lunes fue festivo, toda la semana se me corre; pensé que era mañana.
3.
Yo: Hey, te esperé casi media hora.
Alguna: Lo que pasa es que yo pensé que no ibas a ir.
Yo: Pero habíamos quedado que a las 6:30 p.m en el Colombo
Alguna: Sí, pero antes de salir tuve la impresión de que me ibas a dejar esperando.
2.
Yo: Entonces, ¿sí puedes venir?
Ella: No, mira, es que voy a tomar una terapia de reflexología y debo cortarme las uñas.
Yo: Plop!
1.
No puedo, es que tengo que desarmar el pesebre.
*Carlos Andrés*
Comentarios
Nosotros como buenos antiqueños tenemos una costumbre y esa es la de hacer las cosa a última hora, y ahí es donde utilizamos la famosa excusa. pero lo peor es que nos disculpamos para hacerlo. Eso no está bién deberiamos hablar con la verdad, no importa las consecuencias, lo importante no es lograr las cosas faltando a otras cosas tan importantes como lo es la sinceridad , lo que importa es estar en paz con nuestra alma u no faltar a nuestros principios.
Se me acercó trastabillando y me dijo: "para que le digo mentiras, yo soy un borracho y estoy pidiendo para trago. Soy sincero (hic)..."
Yo le contesté: "pues, vea, yo soy más sincero todavía, me parece usted un descarado, un sinverguenza y no le doy ni un solo peso"
PD:La del pesebre es increible.
No debemos ser asi, porque cuando quedamos en hacer algo debemos estar dispuestos a enfrentar lo que se nos presente.
PAOLA ANDREA
LAS DISCULPAS NUNCA SE INVENTARON---NACIERON DESDE EL MISMO DIA QUE EL HOMBRE EXISTE---CUANDO ESTAS PEQUEÑO SOLO ESCUCHAS DISCULPAS DE TUS PADRES Y TODOS LOS QUE TE RODEAN--
LA DISCULPA DEL PESEBRE ES LA MEJOR O ES QUE EN QUE CASA NO HACEN UN PESEBRE---EN NAVIDADY LO DESARMAN EN FEBRERO?
¡las excusas no se piensan se improvisan!
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