¿No cuesta nada?
La mujer perfecta se me acercó y me dio un beso. El mejor de los besos. Me dijo que fuéramos a tomar un café. A pesar de mis ocupaciones inaplazables, acepté. Cómo iba a decirle que no a esos ojos hermosamente negros, y a esa piel siempre blanca para mí; cómo negarme a su compañía, tantas veces deseada; cómo olvidar esas tardes en las que me quedaba mirando su silencio.
Aquellas veces, su rostro piel de luna esbozó varias sonrisas de las que me adueñé descaradamente.
De camino al café, comenzó su relato: ella también buscó mi mirada en mis silencios anteriores, y dudaba en decirme cuánto deseaba saber de mí.
Llegamos. No sé por qué me siento tan extraño, ni qué hacen todos mis amigos aquí, con mi profesora de Literatura del colegio. Todos me saludan. Preguntan con intriga si es ella la mujer de quien tanto les he hablado (¿Les he hablado de ella?). En voz alta les respondo que sí. Soy la envidia de todos. Momento perfecto. Sospechosamente perfecto.
Al instante, una atmósfera invade todo el mundo con su extrañeza. Siento que un vacío, algo muy fuerte, me absorbe hacia otro lado. La mesera pronuncia palabras ininteligibles, y activa una alarma que me suena bastante parecida a mi reloj despertador.
Un momento: ¿despertador?
Sí. Mi reloj señala borrosamente las 5:25 del a.m. más lluvioso del año. Hora de levantarme. Los viernes esto es inhumano. ¡Mierda!… era un sueño.
¿Quién dijo que soñar no cuesta nada?
*Carlos Andrés*
Aquellas veces, su rostro piel de luna esbozó varias sonrisas de las que me adueñé descaradamente.
De camino al café, comenzó su relato: ella también buscó mi mirada en mis silencios anteriores, y dudaba en decirme cuánto deseaba saber de mí.
Llegamos. No sé por qué me siento tan extraño, ni qué hacen todos mis amigos aquí, con mi profesora de Literatura del colegio. Todos me saludan. Preguntan con intriga si es ella la mujer de quien tanto les he hablado (¿Les he hablado de ella?). En voz alta les respondo que sí. Soy la envidia de todos. Momento perfecto. Sospechosamente perfecto.
Al instante, una atmósfera invade todo el mundo con su extrañeza. Siento que un vacío, algo muy fuerte, me absorbe hacia otro lado. La mesera pronuncia palabras ininteligibles, y activa una alarma que me suena bastante parecida a mi reloj despertador.
Un momento: ¿despertador?
Sí. Mi reloj señala borrosamente las 5:25 del a.m. más lluvioso del año. Hora de levantarme. Los viernes esto es inhumano. ¡Mierda!… era un sueño.
¿Quién dijo que soñar no cuesta nada?
*Carlos Andrés*
Comentarios
"Chuang-Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu."
Pero tienes toda la razon, soñar no cuesta nada y como dice un cientifico colombiano "Pensar es soñar despierto" y eso si que me gusta.
Soñar no cuesta nada y hay que soñar mucho no solo dormido. Y ojo hay que realizar también así que Carlos….
si, realidad pues a mi ya me pasó y creame es de lo mejor.
soñar no cuesta nada y hacerlo realidad menos, lo que nos cuesta es dejarlo todo en un sueño y no hacerlo realidad.YULIANA ACEVEDO
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