EL SÍNDROME DEL PAJARITO

Este texto pertenece al ciclo de Síndromes Ecotidianos...


Hace días, hablaba con mi hermana y ella mencionó algo que me hizo pensar en lo que llamaré “Síndrome del Pajarito”. Este escrito “pseudocientífico” analiza las bases elementales de este síndrome. La tesis es que el pajarito cuando está en tierra se la pasa entre “pasito y cagadita”. Es decir, un par de pasos hacia adelante seguidos de la evacuación correspondiente que cierra el ciclo. Esta secuencia se efectúa a un ritmo asombroso para la escala humana.

Es curioso como algunas personas parecen nunca parar cabeza. Ahí está el “metepatas” incorregible que se la pasa de “embarrada” en “embarrada” por que su “gran bocota” nunca se conecta a su cerebro; o el borrachito que se la pasa entre las promesas de no beber más (mientras le dura el “guayabo”) y la euforia de las jornadas etílicas del fin de semana. Estos son solo dos ejemplos del “Síndrome del Pajarito”.

En general, los que padecen este síndrome, pasan por períodos de aparente recuperación. No obstante, sus tendencias siempre se encuentran con una voluntad de títere que se desmorona con la menor presión. La gente a su alrededor lo sabe y masculla frases como “cuánto le durará esta vez” o “tocaría amasarlo y volverlo armar” o “este ya no cambia”.

El proceso digestivo del pájaro dura apenas 20 minutos. Todos sus órganos internos trabajan a una velocidad sorprendente. Algunas personas afectadas por el “Síndrome del Pajarito” no aguantan ni siquiera veinte minutos entre caída y recaída. Una vez que entran en contacto con un entorno estimulante, sus pulsiones se desatan en segundos. La chismosa, empieza a tejer nuevas historias en cuanto entra en contacto con sus vecinas; el ladrón empieza a calentar sus falanges a la simple vista de un objeto de valor; la niña “recatada” entra en combustión con el primer sorbo de licor; el jugador cuenta mentalmente la plata en su bolsillo con las primeras luces del casino, y la compradora compulsiva siente la textura de la prenda por anticipado cuando ve el maniquí en la vitrina.

Es importante recordar que el “Síndrome del Pajarito” es una dolencia cuyo crecimiento no se ve afectado por la Gripa Aviar en Europa o por las leyes anti-dumping contra el pollo procedente de Norteamérica. A ritmo de paso y… Bueno, pasito a pasito, el “Síndrome del Pajarito” nos va dejando un tejido social mugroso y deteriorado. Como dice el dicho: “más sucio que parapeto de loro”.

El problema no es grave. El síndrome se corrige fácilmente con una buena dosis de voluntad por parte del paciente, pero para eso se requiere de coraje, no de promesas.


- Carlos Eduardo -


Comentarios

Xiomy dijo…
Todo iba normal en esta lectura hasta que me encontré con: la niña “recada” entra en combustión con el primer sorbo de licor. Y no pude evitar acordarme de lo que paso el pasado fin de semana.

Me fui a acampar con unos amigos de la universidad a Santa Elena; unos estábamos tomando ron y otros pocos aguardiente; empezamos a jugar péguele a la nota (con una grabadora de pilas) y por falta de cualidades artísticas a algunos nos tocaba pagar penas, yo me tome varios aguardientes (mis penas) y aunque me le adelanté a mis compañeros, todos al final de la noche estábamos en las mismas “ebrios”; al otro día ellos acrecentaban mi guayabo diciendo que yo me emborrachaba con nada. Yo digo que fue por la mezcla, ellos dicen que es porque no estoy enseñada.
Carlos Vásquez dijo…
Bueno, eso es falta de costumbre, lo de "recatada" así en parentesís significa ironía. La combustión es metafórica y pretende hablar de una excitación sexual. Me refiero a aquellas mujeres que se toman un par de tragos y se van con el primero que las invite.

Lo tuyo es diferente. No te preocupes.

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