RECUERDOS Y BESOS
Bésame, bésame mucho… como si fuera esta noche la última vez.
Bésame, bésame mucho… que tengo miedo perderte, perderte después.
- Bolero de Consuelo Velásquez -
Besé el espejo del baño, muchas veces y de muchas formas… Quería aprender. Confieso que nadie jamás besó un reflejo con tanta ternura, con tanto romanticismo y con tanto erotismo como lo besé yo. Lo besé tanto que me convertí en un experto besador de superficies frías… Tal vez, por eso, la primera vez que experimenté la turgencia y la voluptuosidad de unos labios de mujer, me quedé petrificado.
La chica que me besó por primera vez, debió notar algo raro cuando el objeto de su beso no daba señales de vida. Abrió sus ojos y se encontró con una cara en primerísimo primer plano con los ojos desmesuradamente abiertos y un rictus de asombro imposible de ocultar. Efectivamente, debía de estar muerto de miedo por que alargó su mano y me cerró los ojos de la misma manera como se hace con los cadáveres en las películas.
Los siguientes años de mi adolescencia, me la pasé perfeccionando la técnica y me aficioné a los besos en todas sus formas y sabores. No voy a dar detalles, pero todavía recuerdo el mejor consejo que he recibido en materia de besos. Yo le pregunté si me daba un beso y ella me contestó:
- ¿Sabes? Hay cosas que no se deben pedir… una de ellas es un beso. Un beso jamás se pide, un beso se toma…
¡Revelación de revelaciones! De manera que también existía un trasfondo filosófico en el arte del beso y nadie me lo había contado. Continué mis investigaciones empleando el método científico y buscaba besos desesperadamente para probar mis teorías. Aquello se transformó en una operación aritmética compuesta por “besador”, “besando” y resultado.
Con los años, la cantidad de bocas besadas fue disminuyendo en número hasta estabilizarse. Finalmente, un día comprendí que el verdadero disfrute no está en dar un único beso a muchas bocas sino en dar muchísimos besos a una sola boca.
Bésame, bésame mucho… que tengo miedo perderte, perderte después.
- Bolero de Consuelo Velásquez -
Besé el espejo del baño, muchas veces y de muchas formas… Quería aprender. Confieso que nadie jamás besó un reflejo con tanta ternura, con tanto romanticismo y con tanto erotismo como lo besé yo. Lo besé tanto que me convertí en un experto besador de superficies frías… Tal vez, por eso, la primera vez que experimenté la turgencia y la voluptuosidad de unos labios de mujer, me quedé petrificado.
La chica que me besó por primera vez, debió notar algo raro cuando el objeto de su beso no daba señales de vida. Abrió sus ojos y se encontró con una cara en primerísimo primer plano con los ojos desmesuradamente abiertos y un rictus de asombro imposible de ocultar. Efectivamente, debía de estar muerto de miedo por que alargó su mano y me cerró los ojos de la misma manera como se hace con los cadáveres en las películas.
Los siguientes años de mi adolescencia, me la pasé perfeccionando la técnica y me aficioné a los besos en todas sus formas y sabores. No voy a dar detalles, pero todavía recuerdo el mejor consejo que he recibido en materia de besos. Yo le pregunté si me daba un beso y ella me contestó:
- ¿Sabes? Hay cosas que no se deben pedir… una de ellas es un beso. Un beso jamás se pide, un beso se toma…
¡Revelación de revelaciones! De manera que también existía un trasfondo filosófico en el arte del beso y nadie me lo había contado. Continué mis investigaciones empleando el método científico y buscaba besos desesperadamente para probar mis teorías. Aquello se transformó en una operación aritmética compuesta por “besador”, “besando” y resultado.
Con los años, la cantidad de bocas besadas fue disminuyendo en número hasta estabilizarse. Finalmente, un día comprendí que el verdadero disfrute no está en dar un único beso a muchas bocas sino en dar muchísimos besos a una sola boca.
Carlos Eduardo (comunicarlos)
Ciclo de Recuerdos.
Comentarios
Pd: mi estructura de mujer tierna dice que los últimos dos renglones de este escrito son muy lindos.
Ja … y pensar que mi primer beso fue con un primo, que no solo me ayudaba con las consultas de la escuela sino también con la tarea de aprender a besar (aunque con el paso del tiempo he aprendido que no se trata de aprender alguna técnica… se trata de aprender a sentir)
Maritza
Pta: Las cosas que pasan cuando uno dice y otro realmente escucha, cierto?
Maritza