Pasos de Solitario


Como vivía en Girardota, la visita de cualquier familiar era todo un acontecimiento, pues el resto de mi familia estaba en Medellín. Por eso, el anuncio de la visita de mi abuela Bertha y mi prima Claudia, eran motivo extraordinario en esas vacaciones de mitad de año. Yo tendría unos cinco años; mi hermana era un bebé, y mi prima y mi abuela recién llegaban de Venezuela.

Antes de su aparición, programada para las cuatro de la tarde, quise salir a jugar. Con una pistolita de plástico, imitación Calibre 38, me lancé al ataque de los vaqueros imaginarios que habían ingresado en mi mundo infantil gracias al Llanero Solitario. Un par de transacciones simbólicas me permitía dichos juegos: si bien yo mismo era El Llanero, mi caballo no era blanco como el suyo, sino café como el del indio que siempre lo acompañaba.

Sin embargo, mi falta de destreza en el manejo del semoviente provocó un accidente: al ver a mi abuela y a mi prima descender por las escaleras hacia el barrio, mi caballo salió corriendo sobre el final de la calle, por la esquina contraria a la que ellas venían, y, por un salto mal dado, caí a la calle, luego de descender casi dos metros por una pequeña barranca.

Mi mamá fue directa en su comentario: “Eso le pasa por hacerse el lucido”; yo, por mi parte, nunca pude explicar que no había sido yo sino mi caballo. Espero que ustedes sí me entiendan.

Comentarios

Anónimo dijo…
si, creo entenderlo.

Pdta: arango admiro la memoria de su infancia ¿como puede recordar algo que paso cuando tenía 5 años?, yo estoy intentando
re-construir la mia...y solo recuerdo como desde los 10 o mas tarde.
Carlos Andrés dijo…
amiga, ese día la "cumbamba" me creció tanto que sería difícil olvidarlo.
Anónimo dijo…
jajajaja

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