BESO, BUSETA Y MARTILLO
Por Carlos Eduardo Vásquez.
La mujer traía un niño en brazos. De pronto, una moneda de doscientos pesos rodó accidentalmente a sus pies. Ella se agachó a recogerla y al incorporarse nos encontramos cara a cara a través de la ventanilla del microbus. Su rostro de pobreza se iluminó un momento y me lanzó un beso sin malicia. Yo le di las gracias con una sonrisa mientras el vehículo arrancaba de nuevo y su imagen desvalida se quedaba de pie junto a la acera.
La pasajera del asiento de adelante fue testigo de la escena, y se volteó para ver el objeto del homenaje. Me examinó con curiosidad y suspiró altanera como diciendo: “No es usted gran cosa.”
Comentario:Si yo tuviera las llaves del cielo, la primera mujer y su hijito entrarían allí sin mayor trámite. Mientras que la terrible pasajera del micro tendría que responder primero una pregunta clave, algo así como: "conteste usted sin demora de qué manera la simpleza es una maravillosa explicación al ejercicio diario de vivir?
La mujer traía un niño en brazos. De pronto, una moneda de doscientos pesos rodó accidentalmente a sus pies. Ella se agachó a recogerla y al incorporarse nos encontramos cara a cara a través de la ventanilla del microbus. Su rostro de pobreza se iluminó un momento y me lanzó un beso sin malicia. Yo le di las gracias con una sonrisa mientras el vehículo arrancaba de nuevo y su imagen desvalida se quedaba de pie junto a la acera.
La pasajera del asiento de adelante fue testigo de la escena, y se volteó para ver el objeto del homenaje. Me examinó con curiosidad y suspiró altanera como diciendo: “No es usted gran cosa.”
Comentario:Si yo tuviera las llaves del cielo, la primera mujer y su hijito entrarían allí sin mayor trámite. Mientras que la terrible pasajera del micro tendría que responder primero una pregunta clave, algo así como: "conteste usted sin demora de qué manera la simpleza es una maravillosa explicación al ejercicio diario de vivir?
Comentarios