A propósito de "La carrera de la vida"

LA CARRERA

Relato breve por Andrés E. Flórez Brum.


El hombre empezó a correr por toda la calle y de pronto se detuvo para tratar de recordar hacia dónde corría; así que sin lograrlo siguió corriendo; durante toda su juventud no había dejado de correr; corría cuando salía del baño, corría cuando salía del colegio, corría cuando salía del cine, corría cuando entraba al café, pero cuando llegó la hora del matrimonio y se encargo del hogar parecía que iba a dejar de correr; no obstante siguió corriendo; corría como huyendo de algo; de algo que le pisaba los talones; era como su propia sombra; el hombre corría cuando caminaba por la avenida, corría cuando doblaba por la esquina, corría cuando iba a tomar el bus, y cuando lo tomaba se bajaba precipitadamente antes de llegar a su destino por que le parecía que corriendo llegaría primero; el hombre corría, corría, corría, llegaba del banco, llegaba al almacén, llegaba al supermercado, llegaba a la farmacia, llegaba al puesto de periódicos y volvía a correr para llegar a su casa; corría para realizar lo que no había realizado y corría cuando había realizado lo que deseaba realizar; corría con un propósito definido y corría sin un propósito por definir; corría cuando pensaba llegar primero que la mañana; corría cuando pensaba llegar primero que el mediodía; corría cuando pensaba llegar primero que la tarde. Corría cuando pensaba llegar primero que la noche y volvía a correr cuando quería alcanzar la noche, la tarde, el mediodía y la mañana; corría a la salida de la casa, en la calle, en la carrera, en el ascensor, en el trabajo, y al salir del ascensor, al tomar la carrera, la calle y al entrar a casa, corría para andar más aprisa, corría para llegar a tiempo a la oficina y corría para salir pronto de ella; corría para que el tiempo rindiera y corría para acabar con el tiempo; corría para que dieran las ocho y corría cuando pasaban las ocho; corría para acabar con la soledad y la angustia y corría para que no llegará la soledad y la angustia; la vida le había alcanzado poco para correr, de manera que cuando presintió la muerte, alcanzó rápidamente el ataúd que un día había traído, corriendo a su casa previendo que no le alcanzaría el tiempo para esto y se acomodó dentro del cajón y antes de bajar la tapa y de morirse le dijo a sus hijos que lo llevaran corriendo al cementerio; pero cuando salieron corriendo con el cadáver por toda la calle tuvieron que dejarlo a medio camino porque ya se había podrido.

Comentarios

Anónimo dijo…
me dejaste sin palabras; hay mucho pero no sé que decir.un texto que genera ideas positivas, pero a la vez inquietantes.
Anónimo dijo…
Deja mucho que pensar, es extraño pero asi es.

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