El Piojo
Escrito Cotidiano por Xiomy.
Todo sucedió anoche. Estábamos viendo la tele cuando recibimos la visita de un inquilino. Nadie lo invitó. A todos nos incomodaba, especialmente a mi madrastra y a mí.
Cuando reconocimos su presencia quisimos desaparecerlo… y eso hicimos.
Después de ver ese ejemplar, pensé muchas cosas, como que hace años éramos uno solo, y que odiaba que mi mamá luchara diariamente con él por mi culpa. En aquel momento comprendí el comportamiento de mamá.
Nuestro visitante; gordo, grande, negro y torpe, pensó que pasaría desapercibido en mi casa, pero no contaba con el contraste que haría su cuerpo oscuro contra la camiseta blanca de mi hermanito y con la curiosidad de mi madrastra.
Ahí estaba… ¡era un piojo!
De inmediato nos pusimos en alerta naranja liderada por las dos mujeres de la casa. Mi papá y mi hermano podrían “tusarse” en caso extremo, pero nosotras… De inmediato, me fui a la farmacia por la “peinilla fusiladora”.
Después de un exhaustivo examen del niño, mi madrastra y yo nos examinamos una a la otra. Nos tranquilizamos porque este piojo parecía ser el primero y el último.
Pudo haber sido muy grave. ¡Tengo piojos! No soportaría que me llamaran “la piojosa”. Tendría que adoptar una actitud diferente con mis amigos para no contagiarles el “mal” y la picazón en la cabeza. Definitivamente no lo quería ni para mi familia, ni para mis amigos y mucho menos para mi.
Este consejo les doy, porque Xiomara soy (ja ja ja). Mentiras, ¡ojo! Miren en donde, cómo y con quién exponen su cabeza (es válido para droga, alcohol, ideas, personas y piojos) podría ser peligroso. Uno nunca sabe.
No siendo mas… a los de acá los quiero y a los de allá también.
Todo sucedió anoche. Estábamos viendo la tele cuando recibimos la visita de un inquilino. Nadie lo invitó. A todos nos incomodaba, especialmente a mi madrastra y a mí.
Cuando reconocimos su presencia quisimos desaparecerlo… y eso hicimos.
Después de ver ese ejemplar, pensé muchas cosas, como que hace años éramos uno solo, y que odiaba que mi mamá luchara diariamente con él por mi culpa. En aquel momento comprendí el comportamiento de mamá.
Nuestro visitante; gordo, grande, negro y torpe, pensó que pasaría desapercibido en mi casa, pero no contaba con el contraste que haría su cuerpo oscuro contra la camiseta blanca de mi hermanito y con la curiosidad de mi madrastra.
Ahí estaba… ¡era un piojo!
De inmediato nos pusimos en alerta naranja liderada por las dos mujeres de la casa. Mi papá y mi hermano podrían “tusarse” en caso extremo, pero nosotras… De inmediato, me fui a la farmacia por la “peinilla fusiladora”.
Después de un exhaustivo examen del niño, mi madrastra y yo nos examinamos una a la otra. Nos tranquilizamos porque este piojo parecía ser el primero y el último.
Pudo haber sido muy grave. ¡Tengo piojos! No soportaría que me llamaran “la piojosa”. Tendría que adoptar una actitud diferente con mis amigos para no contagiarles el “mal” y la picazón en la cabeza. Definitivamente no lo quería ni para mi familia, ni para mis amigos y mucho menos para mi.
Este consejo les doy, porque Xiomara soy (ja ja ja). Mentiras, ¡ojo! Miren en donde, cómo y con quién exponen su cabeza (es válido para droga, alcohol, ideas, personas y piojos) podría ser peligroso. Uno nunca sabe.
No siendo mas… a los de acá los quiero y a los de allá también.
Comentarios
Pero... cuando a uno lo contagian de ideas, emociones, o sabores... ¿qué peinilla puede sacarlos de la cabez de uno?
Bueno texto, Xiomy, veo que te vas metiendo con la narración, y eso es bueno.
Bueno... no sé si bueno, pero al menos entretiene.
A los Cotidianos... gracias por la invitación. Sería un honor para mí escribir por estos lares, así que me pondré pilas y buscaré inspiración.
Saludos
Personalmente, en el colegio de mi niñez, se consideraba motivo de burla y de desaseo.
Yo sufrí de ese problema alguna vez y me sentía como un cuero. Por eso, como dice Carlos Andrés, trato de no dejarme meter muchos bichos enn la cabeza.
El remedio se llama:
"CRITERIOL"