Itinerarios de Cocina: la Jarra al Vacío
La cocina imparte la dinámica de una casa, y de un planeta Tierra. La lógica de las zonas horarias de un día (mañana, mediodía y noche) surgen en la cocina a manera de desayuno, almuerzo y cena.
Tal orden, ese a-diario, se ve obstaculizado por algunos insucesos cuyo encuentro siempre nos parecerá desagradable: Piénsese en el cuchillo sin filo, el frasco que acaba de perder la tapa, la ausencia inesperada de un trapo -mojado o seco- desobediente a la urgencia, la llave de agua en su concierto de goteras, el pote de sal extraviado... O en el paño del jabón lavaplatos, escaso a nuestra desesperada percepción, y que se esconde justo en el fondo del pozo bajo todos los platos sucios; acaecimiento especialmente árido cuando ningún plato o taza está disponible.
Adicional a todos estos insucesos, uno especialmente terribles es, sin duda, la Jarra Vacía en la nevera. En medio de la mañana, o en la tarde, será frecuente escuchar una voz desesperada clamando: "¿Quién fue el último que tomó jugo y volvió a guardar la jarra vacía?".
Tragedia en dos actos.
Primero: Alguno de casa satisfizo su sed gracias al líquido encerrado en la jarra, se percata de la ausencia de contenido en el recipiente, lo guarda nuevamente en el refrigerador a fin de liberarse de la prescrita lavada.
Segundo: Alguien, también sediento, abre la nevera con la esperanza de encontrar algo frío; la luz del frigorífico esculpe la silueta de la jarra, promesa de frescura; la alcanza, y siente cómo se desvanece la ilusión: cero líquido en la jarra. Horror y desespero. Grito al vacío.
Se dice que los seres humanos tememos al limbo, a lo inhabitado, al vacío. La Jarra lo confirma.
*Carlos Andrés*
Tal orden, ese a-diario, se ve obstaculizado por algunos insucesos cuyo encuentro siempre nos parecerá desagradable: Piénsese en el cuchillo sin filo, el frasco que acaba de perder la tapa, la ausencia inesperada de un trapo -mojado o seco- desobediente a la urgencia, la llave de agua en su concierto de goteras, el pote de sal extraviado... O en el paño del jabón lavaplatos, escaso a nuestra desesperada percepción, y que se esconde justo en el fondo del pozo bajo todos los platos sucios; acaecimiento especialmente árido cuando ningún plato o taza está disponible.
Adicional a todos estos insucesos, uno especialmente terribles es, sin duda, la Jarra Vacía en la nevera. En medio de la mañana, o en la tarde, será frecuente escuchar una voz desesperada clamando: "¿Quién fue el último que tomó jugo y volvió a guardar la jarra vacía?".
Tragedia en dos actos.
Primero: Alguno de casa satisfizo su sed gracias al líquido encerrado en la jarra, se percata de la ausencia de contenido en el recipiente, lo guarda nuevamente en el refrigerador a fin de liberarse de la prescrita lavada.
Segundo: Alguien, también sediento, abre la nevera con la esperanza de encontrar algo frío; la luz del frigorífico esculpe la silueta de la jarra, promesa de frescura; la alcanza, y siente cómo se desvanece la ilusión: cero líquido en la jarra. Horror y desespero. Grito al vacío.
Se dice que los seres humanos tememos al limbo, a lo inhabitado, al vacío. La Jarra lo confirma.
*Carlos Andrés*
Comentarios
Sobre todo con este clima, llega uno muerto de la sed a la casa, va a la nevera y encuentra la jarra vacía(en mi caso es la bolsa de leche, pero bueno, eso no importa). Despues de hacer el show de "quien fue el último" de un momento a otro empieza a llover y termina uno agradeciendo que estuviera la jarra vacía porque "ya esta haciendo mucho frío y no hay quien tome jugo, agua, leche, o lo que sea que guarden ahí..."
El texto capta la atención del lector, es bueno y su temática es agradable.
att:CARLOS EUARDO ECHEVERRI JARAMILLO