Solo. Sólo.

Ensayo sólo para mostrarme que, "Realmente no estoy tan solo".

Escuché que el juego de computadores más jugado en la historia es Solitario. Ahora no me gusta mucho el juego, aunque, la verdad, tuve mis temporadas de jugarlo infinitamente hasta quedarme sin tiempo para el trabajo o el estudio. Pero más allá de eso, el nombre del jueguito me sirve para pensar cuán solitarios somos hoy en día. Sí: cada vez tenemos menos tiempo disponible, y la consecuencia es la disminución de tiempo para compartir con otro, para encontrarnos, para dialogar; cada vez dependemos más de las agendas y menos de nuestras intuiciones.

Sin embargo, la idea de que somos solitarios contrasta con lo que uno ve en las calles. Allí, parejas, familias, grupos de amigos, se dejan ver juntos, felices, sonrientes. No entiendo entonces por qué Solitario es el juego más popular, si, aparentemente, no somos seres en solitario; somos constantes duplas, parejas, asociaciones, grupos. O al menos eso parece. Entonces hay que preguntarse de qué hablamos cuando hablamos de soledad.

Con esas ideas en la cabeza venía caminando algún viernes cuando entré a cine. Solo. Hasta ese día, no había notado que un tipo solitario se le ve como sospechoso cuando recorre en un centro comercial, ingresa a un local de comidas, y luego entra a cine solo. En la sala, pude ratificar que el cine del viernes por la noche es un cine (como el de la mayoría de días y horarios) de parejas. Cuando compré la boleta la cajera me preguntó dos veces, como para confirmar, ¿cuántas boletas?, ¿una? Antes, en Dogger, el mesero, al tomar mi pedido, me preguntó si ya podía retirara la carta, como pensando si luego no vendría alguien más. Estos dos rituales, el de frecuentar salas de cine solo, y el de percibir la reacción de extrañeza en la gente, son situaciones bastante divertidas para mí.

Alguien me preguntó por qué iba solo a cine (y a comer, y a leer, y a casi todo). Yo, luego de aclararle que también disfruto de ir acompañado, le dije que nunca estaba solo porque siempre iba con un acorde musical en mente, algún episodio de una novela, la sensación de un libro leído recientemente, un mensaje de texto que redactar, o algún recuerdo de una película reciente. Sí: realmente no estoy solo porque con las películas vistas y las novelas leídas tengo muchas historias sobre las cuales pensar. Porque leer e ir al cine es como vivir en uno la vida de muchos otros; y esos muchos otros no nos dejan solos. Nos persiguen el asesino de Satanás, la Bruja de Blair, el perfumista-asesino de El Perfume, el misterioso Lobo estepario, el oscuro Drácula, acompañados del "Hasta la vista, baby", de Terminator. Como ejercicio de lo posible, las películas y las novelas, es decir las historias, no hacen otra cosa que responder a la pregunta “qué hubiera pasado si…”, y por eso no nos dejan solos nunca, porque en donde quiera que estemos siempre nos darán repertorios de posibilidades para nosotros mismos preguntarnos cada vez “qué hubiera pasado si…”.

Y por eso me pregunto si la costumbre de mantenerse constantemente con otros es, de cierta manera, una estrategia para no encontrarse en silencio con los propios pensamientos, y si, en consecuencia de ello, nos produce sospechas ver a un señor caminando solo por la calle algún día por la noche. Una estudiante me decía que sufría en mi clase porque, al no entender el tema, se veía casi obligada a pensar en ella misma y que eso no le gustaba; cada martes a las seis de la mañana a esta niña le empezaba una angustia: encontrarse consigo misma. Qué cosa tan peligrosa: Sí somos seres solitarios, pero no porque permanezcamos sin compañía, sino porque somos ignorantes temerosos de nosotros mismos, renuentes a nuestra propia búsqueda.

Tal vez nadie sepa con certeza quién es, pero no es lo mismo intentarlo, o al menos reconocerlo, que evadirlo encontrándose con muchos otros para cumplir sistemáticamente la tarea de evadirse. Realmente hay muchos solos.

Comentarios

Carlos Vásquez dijo…
Asunto delicado esto de la soledad. Debo decir que no es igual en todas partes. En Colombia andamos en "racimo", en otras latitudes, la soledad se da como un hecho y todos son solos y solas entre solos y solas...

Solamente, solos en su sola soledad de solitudes.

Tocaste un punto delicado, amigo.

Especialmente, para este "lobo estepario" como diría Herman Hesse.
Anónimo dijo…
Una cosa es la soledad y otra, muy, pero muy diferente el individualismo, ¿de cual estamos hablamos acá?, este escrito para mi, inicia hablando del individualismo y finaliza hablando de soledad, sería lindo que así terminara en la vida real…algo difícil.

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