MI UNICORNIO AZUL...

Por Carlos Eduardo
Cada uno tiene su canción. La mía es “Unicornio” y la canta Silvio Rodríguez. La primera vez que la escuché estaba en una taberna y disfrutaba de mi recién adquirido derecho de tomar cerveza y recibir algo de dinero para el fin de semana. En aquella época me emborrachaba con facilidad y hacía estupideces… años después, me emborrachaba con dificultad, pero seguía haciendo estupideces y ahora, no me emborracho nunca, pero sigo en mi lucha contra la estupidez...
En fin, estaba en la taberna y le ponía cara de niño rebelde a la soledad. En mi niñez, escuchaba las canciones románticas de mi madre, después, la música americana de mi hermano mayor. Es decir, en términos musicales, yo estaba en un limbo sin identidad. De pronto, esa tarde me cautivó una canción sobre una animal desconocido y una voz que jamás había escuchado. Mentalmente, conté el resto de plata que me quedaba y decidí pedir otra cerveza con la voz arrogante del muchachito que estrena la libertad.
- ¡Oiga! ¿Tiene más de esa música? ¿Quién canta?
Me propuse ahorrar dinero para comprar la cinta y… no lo logré. Sin embargo, con el tiempo y mi asiduidad a la taberna, me prestaron la música para grabar. Me sentía feliz y cuando podía la escuchaba. A los amigos y a las esporádicas jovencitas que aparecían por mi vida los hacía parte de mi encuentro musical. Estoy seguro de que algunos de aquellos y algunas de aquellas todavía se acuerdan con nostalgia.
Esta tarde, frente a la pantalla en blanco del computador, me acordé. Este no es un texto muy especial ni busca trascender, pero quería dejar en claro que cada uno tiene su canción, la mía es “Unicornio” y la canta Silvio Rodríguez.
Cada uno tiene su canción. La mía es “Unicornio” y la canta Silvio Rodríguez. La primera vez que la escuché estaba en una taberna y disfrutaba de mi recién adquirido derecho de tomar cerveza y recibir algo de dinero para el fin de semana. En aquella época me emborrachaba con facilidad y hacía estupideces… años después, me emborrachaba con dificultad, pero seguía haciendo estupideces y ahora, no me emborracho nunca, pero sigo en mi lucha contra la estupidez...
En fin, estaba en la taberna y le ponía cara de niño rebelde a la soledad. En mi niñez, escuchaba las canciones románticas de mi madre, después, la música americana de mi hermano mayor. Es decir, en términos musicales, yo estaba en un limbo sin identidad. De pronto, esa tarde me cautivó una canción sobre una animal desconocido y una voz que jamás había escuchado. Mentalmente, conté el resto de plata que me quedaba y decidí pedir otra cerveza con la voz arrogante del muchachito que estrena la libertad.
- ¡Oiga! ¿Tiene más de esa música? ¿Quién canta?
Me propuse ahorrar dinero para comprar la cinta y… no lo logré. Sin embargo, con el tiempo y mi asiduidad a la taberna, me prestaron la música para grabar. Me sentía feliz y cuando podía la escuchaba. A los amigos y a las esporádicas jovencitas que aparecían por mi vida los hacía parte de mi encuentro musical. Estoy seguro de que algunos de aquellos y algunas de aquellas todavía se acuerdan con nostalgia.
Esta tarde, frente a la pantalla en blanco del computador, me acordé. Este no es un texto muy especial ni busca trascender, pero quería dejar en claro que cada uno tiene su canción, la mía es “Unicornio” y la canta Silvio Rodríguez.
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¿Cervecita o qué...?