Tu Voz en "Off"

Por Carlos Vásquez

Terminaron de hacer el amor.  Un amor accidentado y de prisa por las preocupaciones de cada uno.  Compartieron los besos después del coito, aquellos que en los amantes suelen ser los más dulces.   Aún dentro de ella, él empezó a susurrarle sus querencias al oído. Ella lo escuchó un poco azorada.  Entre palabra y palabra, él besaba el lóbulo de su oreja, a veces su cuello y en ocasiones la línea de sus cabellos. Ella se preguntaba qué clase de hombre era aquel que narraba lo vivido en el preciso instante en que sucedían las cosas.  Escucharlo era asistir a un fenómeno de exquisita sincronía.  Él la  besaba y al mismo tiempo narraba el beso que le estaba dando.  Si lo atacaba el temor, entonces le contaba que estaba temblando de miedo.

 Vertió en ella esta historia, hasta que poco a poco, la nave de sus palabras la fue sacando de su propio cuerpo y la llevó a navegar mar adentro.  Antes de llegar al puerto esperanzador que se divisaba a lo lejos, el barco de sus argumentos empezó a llenarse de recuerdos. Eran tantos que terminaron por naufragar, y cuando él le describió la sustancia de la cual estaban hechos los rayos del sol, ella se desmayó insolada.  Él le mojó los labios con su saliva y narró como su espalda le haría sombra.  A lo lejos, sus palabras le hablaban del sonido de las olas que se estrellaban sobre los maderos que los sostenían después del estropicio. 

Él guardó silencio por unos instantes, o así le pareció a ella aunque en realidad seguía viéndolo todo a través de su voz.    La historia había llegado casi a su final.  Un susurro de él le indicó que habían llegado al puerto.  Ella abrió sus párpados en el preciso momento en el que él le anunciaba que estaban a punto de ser habitados de nuevo por la desazón de la incertidumbre...   

Esa tremenda incertidumbre que ataca a los amantes en el momento de separarse, porque ni ellos, ni ninguno de los amantes que existieron antes o existirán después, podrán saber si ese encuentro que viven con tanta intensidad será, infortunadamente, el último.

Comentarios

Anónimo dijo…

Pero que maravilloso es cuando ese temor se convierte en una nueva oportunidad, en un nuevo amanecer; donde simplemente te das cuenta
que para esos amantes el tiempo no vale en el tiempo.

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