Circular Conatra
Escrito Cotidiano por Germán Gil.
La semana pasada, gracias a una reunión de colegas anual, tuve la posibilidad de reencontrarme con mi ciudad natal y visitar familia y amigos que hace tiempo no veía.
También recordé que en un noticiero de salud, hablaban de una pastilla casi mágica que borra los malos recuerdos. Después de la experiencia que paso a relatar, entendí que si en la farmacia de la esquina la vendieran, ya tendrían un comprador.
A las 10 de la mañana, salimos mi esposa, mi hijo y yo a tomar el transporte publico capitalino. Esperamos la buseta en el paradero, frente al apartamento de mis padres. Después de cinco minutos, el chofer nos hizo saber con un frenazo en seco que la cosa era de afán. Subimos. Sin instalarnos en los asientos, el tipo arrancó de manera brutal. Mi esposa, mi hijo y yo fuimos lanzados al fondo del bus, al “puesto de los músicos”. Me agarré de donde pude y cuando intenté exponer mi queja al “atarván”, me di cuenta que el sujeto estaba cuasi-encerrado en una caja de metal desde donde solo se ve la mano que recibe el billete.
Me senté después de mil maromas y me acorde de Antioquia. Que diferencia. Extrañé el paso cansino del Circular Conatra, la amabilidad del taxista paisa, la solidaridad del pasajero montañero, y la demora de la “Ruta 02” cuando tengo afán.
Pastilla que borra los malos recuerdos... ¿dónde estuviste mientras viajé a Bogotá?
La semana pasada, gracias a una reunión de colegas anual, tuve la posibilidad de reencontrarme con mi ciudad natal y visitar familia y amigos que hace tiempo no veía.
También recordé que en un noticiero de salud, hablaban de una pastilla casi mágica que borra los malos recuerdos. Después de la experiencia que paso a relatar, entendí que si en la farmacia de la esquina la vendieran, ya tendrían un comprador.
A las 10 de la mañana, salimos mi esposa, mi hijo y yo a tomar el transporte publico capitalino. Esperamos la buseta en el paradero, frente al apartamento de mis padres. Después de cinco minutos, el chofer nos hizo saber con un frenazo en seco que la cosa era de afán. Subimos. Sin instalarnos en los asientos, el tipo arrancó de manera brutal. Mi esposa, mi hijo y yo fuimos lanzados al fondo del bus, al “puesto de los músicos”. Me agarré de donde pude y cuando intenté exponer mi queja al “atarván”, me di cuenta que el sujeto estaba cuasi-encerrado en una caja de metal desde donde solo se ve la mano que recibe el billete.
Me senté después de mil maromas y me acorde de Antioquia. Que diferencia. Extrañé el paso cansino del Circular Conatra, la amabilidad del taxista paisa, la solidaridad del pasajero montañero, y la demora de la “Ruta 02” cuando tengo afán.
Pastilla que borra los malos recuerdos... ¿dónde estuviste mientras viajé a Bogotá?
Leer también El Mudo de las Rutas
Comentarios
En una autobiografía personal de la interacción entre el Circular y yo, deberá aparecer, que gracias a esta ruta:
-Me aprendí muchos vallenatos a través de la inercia
-Pude salir muchas veces a cines y a bares bastante tarde en la noche, sin tener que tomar taxi para regresar a casa
-Compartí un momento de la existencia con los seres femeninos más hermosos, dotados de esa particular belleza de la juventud universtaria.
Y, sobre todo, gracias al sabor y al ambiente del Circular, confirmé que mi vida estaría siempre ligada a la Universidad.
Tu comparación es muy acertada; Bogota y Medellín son muy distintas por no decir opuestas, y si hay algo que refleje una de esas diferencias es el transporte. xiomy
Definitivamente con estos transportes que a diario tenemos que coger para llegar a nuestros destinos. pues yo si que necesito de esa pastilla que en este escrito recomiendan. para uno poderce olvidar de los apuros que pasamos adiario con esta falta de cuidado para conducir, como si lo que transportaran fueran animales y no personas es horrible tener que ver todos los dias estos choferes conduciendo como locos y arriesgando la vida de muchos pasajeros.