Hola, jotito!
Escrito Cotidiano por Carlos Eduardo Vásquez.
El año pasado, en Dallas, un pastor bogotano y su esposa me invitaron a almorzar después del servicio. El tema de la charla fue la comunicación. “Uno de los inconvenientes de la congregación latina - decía el pastor - es el uso de modismos, pues, los congregantes, conforme a su región, utilizan palabras a veces incomprensibles.”
Me contó sobre una familia mexicana que esperaba la llegada de un primo del D.F. y querían que el pastor les ayudara a encaminarlo.
Cuando pidió más detalles sobre el primo, ellos se limitaron a decirle:
- Pos, es “joto”, pastor.
Al pastor le pareció un nombre un poco raro y les prometió su ayuda. El siguiente domingo, después del servicio, “Joto” estaba junto a su familia. El pastor lo saludo con una sonrisa.
- ¡Hola Joto!, ¿Cómo estás? ¿Qué tal el viaje? ¡Qué alegría tenerte por aquí!
La conversación trascurrió igual, incluso, el pastor, con su bogotanísima costumbre de usar el diminutivo, terminó diciéndole “Jotito” al muchacho.
La familia se moría de vergüenza. No podía creer que su confianza hubiera sido traicionada por su guía espiritual.
El pastor despidió a “Jotito” con la satisfacción de haber regresado un alma perdida a la senda del Señor.
Una hora después la señora de la casa lo llamó:
- Pastor, nos hizo quedar como un trapo, si lo de “joto” se lo habíamos dicho en confianza, nomás.
Después, la señora le explicó que en México, “joto” es un término peyorativo para homosexuales y afeminados. El pastor se sintió realmente mal.
El final de la historia, al mejor estilo Tex-Mex, llegó junto a una risita nerviosa... El pastor me contó entre avergonzado y divertido que el amigo ‘jotito’, como en la ranchera, “ni por la silla volvió...”
Comentarios
Me muero de la pena!
PERO IGUAL QUE RISA Y QUE OSO TAN GRANDE ¡POBRE ROLITO!