Un sudor frío

Pocos han podido regresar de la muerte para contarnos qué se siente. Yo estuve cerquita; o al menos eso creí por un momento: este sábado caluroso, mientras subía por la Playa, pensé que me iba a morir.

Porque una de las descripciones que utilizan esos pocos que luego de muertos han venido a contarnos sus cuitas, o los que han estado cerca (repito: como creí estarlo), son insistentes en señalar que una de las formas como se anuncia la muerte es la precipitación de un sudor frío que, cual inundación de gas en habitación cerrada, se apodera del cuerpo.

Pues este sábado de sol, mientras subía por la Playa, sentí ese sudor frío que comenzaba cerca de la parte central de mi espalda. Mi afán se vio diezmado, pues no cesó en mí la sensación de que tanto podría tratarse de una percepción equivocada o la muerte en sí.

De esta última idea surgía un consuelo: si voy a morir, será caminando por pleno corazón de Medellín. Así que, mientras cruzaba la Oriental, bajé la velocidad para que mi muerte fuera lenta. Pero no sucedió. Así que seguí hasta ese edificio donde, ya impaciente, alguien me esperaba. Para entrar, como siempre, el portero suele exigirme que le muestre el contenido de mi morral. Previo a la abertura del cierre, recordé repentinamente que no cerré muy bien la botella de esa agua mineral fría que acababa de comprar.

Casi muero; pero de la risa contra mí mismo.

Comentarios

Anónimo dijo…
jajajaja. Esta historia hubiese quedado de perlas para el Chavo del 8! Me sacaste uns sonrisa deliciosa!
Saludos
Carlos Vásquez dijo…
Amigo, me hiciste acordar cuando hace muchos años, conocí esa muerte en la mirada soñadora de casi todas las niñas de mi cuadra.
Anónimo dijo…
Ah muy charro… muy divertido tu blog, además me gusto el paralelo de lo que dicen sentir los que regresan del mas allá con tu “sudor frió”. Xiomy
Anónimo dijo…
ME PARECIO CHEVERE LA HISTORIA, PUES AL COMIENZO ME LA ESTABA CREYENDO Y YA ESTABA SUPER INTRIGADA CON LO QUE ESTABA LEYENDO, PERO BUENO TODO TIENE UN FIN, AUNQUE ESTE NO FUE EL MEJOR, YO ME LO IMAGINE DIFERENTE, PERO DE TODAS FORMAS LA HISTORIA ESTABUENA.

martes, agosto 15, 2006
Un sudor frío

Pocos han podido regresar de la muerte para contarnos qué se siente. Yo estuve cerquita; o al menos eso creí por un momento: este sábado caluroso, mientras subía por la Playa, pensé que me iba a morir.

Porque una de las descripciones que utilizan esos pocos que luego de muertos han venido a contarnos sus cuitas, o los que han estado cerca (repito: como creí estarlo), son insistentes en señalar que una de las formas como se anuncia la muerte es la precipitación de un sudor frío que, cual inundación de gas en habitación cerrada, se apodera del cuerpo.

Pues este sábado de sol, mientras subía por la Playa, sentí ese sudor frío que comenzaba cerca de la parte central de mi espalda. Mi afán se vio diezmado, pues no cesó en mí la sensación de que tanto podría tratarse de una percepción equivocada o la muerte en sí.

De esta última idea surgía un consuelo: si voy a morir, será caminando por pleno corazón de Medellín. Así que, mientras cruzaba la Oriental, bajé la velocidad para que mi muerte fuera lenta. Pero no sucedió. Así que seguí hasta ese edificio donde, ya impaciente, alguien me esperaba. Para entrar, como siempre, el portero suele exigirme que le muestre el contenido de mi morral. Previo a la abertura del cierre, recordé repentinamente que no cerré muy bien la botella de esa agua mineral fría que acababa de comprar.

Casi muero; pero de la risa contra mí mismo.

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sábado, agosto 12, 2006
Última Noche en Guatapé

Escrito Cotidiano por Carlos Eduardo Vásquez.


Abro los ojos en medio de la noche. No recuerdo bien en qué lugar estoy. Todo está callado. El espacio se siente extraño y diferente. Me incorporo un poco en la cama y las tablas se quejan. La casa duerme mientras la oscuridad y el silencio se hermanan. La vejiga me dice que tengo que encontrar un baño pronto o el amanecer se hará eterno.

Mi memoria intenta recordar la disposición del cuarto. Esta habitación ya era ajena, incluso antes de apagar la luz. La cama se siente amplia y cómoda. No recuerdo el tamaño del cuarto ni la ubicación del lecho en relación a la puerta. El interruptor está por ahí, en algún lugar. La cabecera de la cama está junto a una pared. Mi mano, en una larga caricia, flota a milímetros de su superficie.

Recuerdo haber visto unas fotografías de la ocupante original del cuarto. Estaban sobre la mesita frente a la cama. Las recuerdo porque me ofrecieron una sonrisa tranquilizadora antes de acostarme. Al lado había un closet amplio con un televisor de los 60’s...

!Lo encontré! pulso el botón y se hace la luz. Los fantasmas de lo desconocido salen despavoridos hacia los rincones... Voy al baño y regreso.

Hace un par de horas me dejaron en este cuarto para pasar la noche. Había también una toalla limpia, un jabón pequeño junto a las fotos y un par de cobijas sobre la cama. Las cobijas eran enormes y deliciosas. Decidí arroparme con la que ostentaba la mirada azul de unos perros de Alaska. Dios bendiga la hospitalidad de esta familia.

Definitivamente, los espacios nos pertenecen solo a través del conocimiento que tenemos de ellos. Dormimos una noche en una casa ajena y la oscuridad transforma la disposición de las cosas en un laberinto. No existe norte ni sur. Las ventanas y puertas se desdibujan. Los sonidos se burlan de la imaginación.

Regreso al sueño con una idea rondándome la cabeza…

Por evocación traemos a la mente lo que nos pertenece. Pero, la bruma de lo ajeno se exorciza únicamente a través de la luz.


Leer también Momentos que no Deberían Terminar

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 10:58 PM 3 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

miércoles, agosto 09, 2006
El Súper Regreso



Sala Dos de Junín. La pantalla más grande de la ciudad me espera para mi reencuentro con Superman.

Unos veinte años atrás había estado aquí mismo, pero en aquel entonces había tenido que soportar una semana entera de sopas, bajo la amenaza de no ir a ver la película, y tenerme que quedar en casa mientras todos mis amigos veían a Superman en cine: “Eso es como un televisor, pero más grande”, me habían dicho. Así que (el chantaje suele ser efectivo) me comporté tan bien como pude durante toda la semana: hice juicioso mis tareas, no dije groserías, y no contesté “qué”, sino “señor” cuando mi padre me llamaba. Como recompensa, viajamos a Medellín a comer crispetas, montar en escaleras eléctricas, y ver una versión en dibujos animados de Superman. En realidad, no entendí nada de la historia; además, el gran formato de la pantalla, sumado a la técnica de animación disponible en aquel entonces, produjo una sensación terrible de mareo en ese débil cuerpo de escasos años y abundantes fantasías.

Nunca fui gran admirador del hombre de acero, a pesar de que disfrutaba encontrarlo cada sábado en Los Superamigos; sin embargo, me producía cierta felicidad saber que para volverlo a ver en cine, no tendría que tomar sopa durante una semana. Sabía bastante bien -eso sí- que sería de nuevo en Junín, aquel teatro en el que por primera vez aparecieron antes mis ojos las primeras grandes historias, donde volvería a encontrarme con él.

La pantalla se encendió, y vine a saber de mí nuevamente cuando, recién llegaba a mi casa, vino a mí la infantil y trascendental pregunta qué quiero ser cuando sea grande.

posted by Carlos Andrés @ 12:00 AM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

lunes, agosto 07, 2006
Circular Conatra

Escrito Cotidiano por Germán Gil.

La semana pasada, gracias a una reunión de colegas anual, tuve la posibilidad de reencontrarme con mi ciudad natal y visitar familia y amigos que hace tiempo no veía.

También recordé que en un noticiero de salud, hablaban de una pastilla casi mágica que borra los malos recuerdos. Después de la experiencia que paso a relatar, entendí que si en la farmacia de la esquina la vendieran, ya tendrían un comprador.

A las 10 de la mañana, salimos mi esposa, mi hijo y yo a tomar el transporte publico capitalino. Esperamos la buseta en el paradero, frente al apartamento de mis padres. Después de cinco minutos, el chofer nos hizo saber con un frenazo en seco que la cosa era de afán. Subimos. Sin instalarnos en los asientos, el tipo arrancó de manera brutal. Mi esposa, mi hijo y yo fuimos lanzados al fondo del bus, al “puesto de los músicos”. Me agarré de donde pude y cuando intenté exponer mi queja al “atarván”, me di cuenta que el sujeto estaba cuasi-encerrado en una caja de metal desde donde solo se ve la mano que recibe el billete.

Me senté después de mil maromas y me acorde de Antioquia. Que diferencia. Extrañé el paso cansino del Circular Conatra, la amabilidad del taxista paisa, la solidaridad del pasajero montañero, y la demora de la “Ruta 02” cuando tengo afán.

Pastilla que borra los malos recuerdos... ¿dónde estuviste mientras viajé a Bogotá?



Leer también El Mudo de las Rutas

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 10:50 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

sábado, agosto 05, 2006
La Gripa de mi Perro

Escrito Cotidiano por CARLOS EDUARDO VÁSQUEZ.


“Deja de correr con la multitud.”



Abro el correo y reviso la bandeja de entrada... De cada cuatro correos, uno dice: “FW: Por favor reenvíalo”.

Cierro los ojos y pido a Dios paciencia. Sin embargo, leo uno o dos... La primera sección es la lista de idiotas que se han ido pegando como las motas a una media vieja.

Lo demás es igual: la misma vacuidad humana en cuatro párrafos sin ortografía ni redacción y la misma amenaza de lo que pasará si no lo reenvío ya mismo a mis seres queridos... y yo nunca los reenvío precisamente por que los quiero. Mejor dicho, no quiero por que los quiero.

Me amenazan con la muerte, la enfermedad o la tragedia. Me acusan de indolente y frívolo. Me juzgan por egoísta y descreído si llegara a borrar el mensaje. Me atacan con psicología barata, me regañan o me desvalorizan. Dicen que si no lo envío, mi familia puede sufrir, me puedo quedar sin amigos, estoy en riesgo de perder mi trabajo o quizás le puede dar gripa al perro... En fin, la ingenuidad del ser humano es insondable.

¿Creen ustedes que un ser humano puede determinar el destino de otros por su simple voluntad? ¿No creen que si la fe que le ponen al correo, la pusieran en Dios, sus vidas tendrían un sentido más profundo y maravilloso? ¿Es inteligente multiplicar la simpleza de alguien a quien le sobra tiempo y le faltan neuronas?

Importante: si no envías este mensaje a cada persona de tu lista de correo de inmediato... No pasará nada, absolutamente nada. Te aseguro que nadie saldrá insultado, herido o atemorizado.

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 11:40 PM 10 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

martes, agosto 01, 2006
Hola, jotito!

Escrito Cotidiano por Carlos Eduardo Vásquez.


El año pasado, en Dallas, un pastor bogotano y su esposa me invitaron a almorzar después del servicio. El tema de la charla fue la comunicación. “Uno de los inconvenientes de la congregación latina - decía el pastor - es el uso de modismos, pues, los congregantes, conforme a su región, utilizan palabras a veces incomprensibles.”

Me contó sobre una familia mexicana que esperaba la llegada de un primo del D.F. y querían que el pastor les ayudara a encaminarlo.

Cuando pidió más detalles sobre el primo, ellos se limitaron a decirle:

- Pos, es “joto”, pastor.

Al pastor le pareció un nombre un poco raro y les prometió su ayuda. El siguiente domingo, después del servicio, “Joto” estaba junto a su familia. El pastor lo saludo con una sonrisa.

- ¡Hola Joto!, ¿Cómo estás? ¿Qué tal el viaje? ¡Qué alegría tenerte por aquí!

La conversación trascurrió igual, incluso, el pastor, con su bogotanísima costumbre de usar el diminutivo, terminó diciéndole “Jotito” al muchacho.

La familia se moría de vergüenza. No podía creer que su confianza hubiera sido traicionada por su guía espiritual.

El pastor despidió a “Jotito” con la satisfacción de haber regresado un alma perdida a la senda del Señor.

Una hora después la señora de la casa lo llamó:

- Pastor, nos hizo quedar como un trapo, si lo de “joto” se lo habíamos dicho en confianza, nomás.

Después, la señora le explicó que en México, “joto” es un término peyorativo para homosexuales y afeminados. El pastor se sintió realmente mal.

El final de la historia, al mejor estilo Tex-Mex, llegó junto a una risita nerviosa... El pastor me contó entre avergonzado y divertido que el amigo ‘jotito’, como en la ranchera, “ni por la silla volvió...”


Leer también Daily Readings

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 11:27 PM 5 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

lunes, julio 31, 2006
Lo siento, mamá.



Odio desunir
una familia,
pero que una cucaracha
haga nido entre los zapatos del closet
es algo más de lo que puedo soportar...


- Carlos Eduardo -




Leer también Insomnio

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 1:53 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

Absurdo

Ya hemos hablado aquí sobre el soñar y despertarse en el mejor momento del sueño. Pero, en realidad, esa rabia sólo se produce cuando el sueño es agradable; cuando es pesadilla, despertar es la salvación. El sueño de anoche, sin embago, no es ni de la primera ni de la segunda clase: es un sueño absurdo. En él sostengo un diálogo (¿?) con un personaje realmente extraño. Lo publico sólo por exorcizar la extrañeza que me produjo.


-Oye, cómo es eso de que nada existe.

-Ah… ya te enteraste, también.

-Sí.

-Y cómo lo supiste.

-Me llegó un correo de cadena. Por poco lo borro; entró por la bandeja de spam.

-Lees spam?

-Sí

-Mal hábito; si no lo hubieras leído, no sabrías que no existes.

-Ya veo. Pero no te parece un mal detalle de parte del Hacedor?

-Sí.

-A veces me provocaría decirle el Deshacedor.

-Pero mira que sólo puede deshacerse lo que ya está.

-Ah.

-Chao, tú.

-Hasta… ¿Luego?




Responsabilizo a Borges, Hesse, Sartre, Kafka, y a Woody Allen de que estén pasando por mi cabeza esas ideas; agradezco a ustedes la oportunidad de conjurarlas.

posted by Carlos Andrés @ 12:23 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

jueves, julio 27, 2006
Conózcalo


Es éste el despertador de mis sueños.

posted by Carlos Andrés @ 9:04 AM 9 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

miércoles, julio 26, 2006
Vertiginoso



Un pez vertiginoso hubo en mí. Rompí en pedazos de cristal las certezas que me habían acompañado. Me sentí vencedor; un pez espada dejando ruinas a lado y lado del mundo para que nunca fuera igual.

Pero lo fue, una mañana reciente cuando me bañaba y recordé que era lunes de volver a la oficina.

*Carlos Andrés*

posted by Carlos Andrés @ 8:14 AM 2 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

lunes, julio 24, 2006
El no saber cómo

Colaboración de Isabel Restrepo, amiga y visitante de este blog



Cuando uno más las necesita, las palabras se niegan a salir del corazón; nunca he sabido por qué. Pero entendí que ese es el famoso nudo en la garganta que uno siente cuando la tristeza es tanta, que los sentimientos (incapaces de encontrar palabras que los definan) se hacen líquidos y quieren salirse por los ojos.

Supe que no todo son palabras. Como alguien que vive de la Comunicación, trato de convencerme que de que todo en este mundo puede nombrarse y explicarse. Hoy, esa teoría que en verdad nunca me ha funcionado, se volvió contra mí, y como un tsunami, me golpeó de frente, recordándome el poder del alma sobre la mente (que no, para mí no son lo mismo), de lo misterioso e inexplicable sobre el intelecto. Y abofeteándome, me ha dejado en la boca el amargo sabor del no saber cómo decir lo que el corazón siente.


posted by Carlos Andrés @ 6:34 AM 8 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

domingo, julio 23, 2006
Palabras...

Un Escrito Cotidiano por Diana Montoya.


No tengo nada contra las personas que voy a mencionar… es más, quisiera ser tan libre como ellos, pero infortunadamente no lo soy.

En fin... esta es la historia:

Anoche en San Antonio, mientras escuchaba la poetisa brasilera Lucia Nogueira, escuché una conversación que no deja de darme vueltas en mi imaginación.

A mi lado se sentaron cuatro muchachos, todos con apariencia muy similar a Bob Marley (rastas): pantalones cortos, sandalias playeras, gorro tejido...

Conversaron largo rato, hasta que uno preguntó: ¿Ve y cómo te fue en la fiesta de ayer? Hasta ahí todo normal. La respuesta fue la “anormal” para mi.

- Nooo parce, solo estuve un rato por que había mucho “loco”- respondió el otro.

Locooo…locoo…loco….la palabra hizo eco en mi cerebro. El tipo dijo que “había mucho loco” y tan tranquilo. No supo que lo había escuchado. No imaginaba que podía hacer volar la imaginación de alguien más. En este caso, la mía.

Lo mire de arriba-abajo cuatro veces y traté de imaginar como eran sus “locos” de la fiesta. No lo logré, no he podido...

La moraleja es que las palabras van atadas a la interpretación e interpretamos desde lo subjetivo.

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 9:58 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

Mar de Palabras

1989, el mismo año en que saboreé por primera vez el mar, fue también el año en que conocí a mi segunda novia. Sí, la segunda, porque Paula (así se llama) había peleado con Marcela (la primera) sólo para estar conmigo. Fueron ésas sus palabras. Aún no sé cómo en cuestión de días ellas habían dejado de ser las mejores amigas, para convertirse en dos ejércitos antagónicos. Lo más lamentable era mi condición de objeto militar: me pregunto si fui causa o excusa de su pelea. En fin, ésa y otras situaciones me fueron introduciendo lentamente en el complejo mundo de las mujeres.

Alguna tarde, reunida con varias de sus amigas (donde no estaba, por su puesto, Marcela), Paula me pidió que las dejara solas "para hablar cosas de mujeres". Desde ahí he venido escuchando esa misma expresión de manera recurrente. Y me parece curioso que a esa edad los hombres aún no reclamáramos la exclusividad masculina de algunos asuntos. Por el contrario, las mujeres lo saben y lo practican desde temprano; en ello influye –de seguro- su capacidad admirable de aprender de sus semejantes.

Cuando me hice a un lado para que Paula y sus amigas "hablaran cosas de mujeres", un tsunami de palabras se apoderó del espacio-tiempo como si alguien hubiera vertido agua caliente en una bolsa de plástico: llega un momento en el cual las circunstancias estallan. Con mi silencio contemplé cómo entre barbies y vajillitas de plástico, ya se asomaban los más venenosos comentarios sobre sus compañeras de género.

Lo recuerdo porque hoy recibí la llamada de una queridísima amiga, quien no paró de hablar durante dos horas para contarme lo sucedido entre hoy y la última vez (semana bastante reciente, por cierto) en que habíamos hablado. Al finalizar, me dijo que le encantaban nuestras “conversaciones” (las comillas son mías). Yo me pregunté por qué ella se refería a diálogo, si en realidad sólo se trató de un monólogo consigo misma, en el que mi participación no pasaba de un “sí”, matizado con algún que otro “¿sí?, y, muy de vez en cuando un ”¡sí!”. De todas maneras, para ser fiel con la verdad, debo advertir que varias veces ellas preguntó por mí; pero, también es justo decirlo, cuando una mujer (o cualquier persona, sobre todo si es mujer) desea desahogarse, es bueno no hablar mucho.
martes, agosto 15, 2006
Un sudor frío

Pocos han podido regresar de la muerte para contarnos qué se siente. Yo estuve cerquita; o al menos eso creí por un momento: este sábado caluroso, mientras subía por la Playa, pensé que me iba a morir.

Porque una de las descripciones que utilizan esos pocos que luego de muertos han venido a contarnos sus cuitas, o los que han estado cerca (repito: como creí estarlo), son insistentes en señalar que una de las formas como se anuncia la muerte es la precipitación de un sudor frío que, cual inundación de gas en habitación cerrada, se apodera del cuerpo.

Pues este sábado de sol, mientras subía por la Playa, sentí ese sudor frío que comenzaba cerca de la parte central de mi espalda. Mi afán se vio diezmado, pues no cesó en mí la sensación de que tanto podría tratarse de una percepción equivocada o la muerte en sí.

De esta última idea surgía un consuelo: si voy a morir, será caminando por pleno corazón de Medellín. Así que, mientras cruzaba la Oriental, bajé la velocidad para que mi muerte fuera lenta. Pero no sucedió. Así que seguí hasta ese edificio donde, ya impaciente, alguien me esperaba. Para entrar, como siempre, el portero suele exigirme que le muestre el contenido de mi morral. Previo a la abertura del cierre, recordé repentinamente que no cerré muy bien la botella de esa agua mineral fría que acababa de comprar.

Casi muero; pero de la risa contra mí mismo.

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sábado, agosto 12, 2006
Última Noche en Guatapé

Escrito Cotidiano por Carlos Eduardo Vásquez.


Abro los ojos en medio de la noche. No recuerdo bien en qué lugar estoy. Todo está callado. El espacio se siente extraño y diferente. Me incorporo un poco en la cama y las tablas se quejan. La casa duerme mientras la oscuridad y el silencio se hermanan. La vejiga me dice que tengo que encontrar un baño pronto o el amanecer se hará eterno.

Mi memoria intenta recordar la disposición del cuarto. Esta habitación ya era ajena, incluso antes de apagar la luz. La cama se siente amplia y cómoda. No recuerdo el tamaño del cuarto ni la ubicación del lecho en relación a la puerta. El interruptor está por ahí, en algún lugar. La cabecera de la cama está junto a una pared. Mi mano, en una larga caricia, flota a milímetros de su superficie.

Recuerdo haber visto unas fotografías de la ocupante original del cuarto. Estaban sobre la mesita frente a la cama. Las recuerdo porque me ofrecieron una sonrisa tranquilizadora antes de acostarme. Al lado había un closet amplio con un televisor de los 60’s...

!Lo encontré! pulso el botón y se hace la luz. Los fantasmas de lo desconocido salen despavoridos hacia los rincones... Voy al baño y regreso.

Hace un par de horas me dejaron en este cuarto para pasar la noche. Había también una toalla limpia, un jabón pequeño junto a las fotos y un par de cobijas sobre la cama. Las cobijas eran enormes y deliciosas. Decidí arroparme con la que ostentaba la mirada azul de unos perros de Alaska. Dios bendiga la hospitalidad de esta familia.

Definitivamente, los espacios nos pertenecen solo a través del conocimiento que tenemos de ellos. Dormimos una noche en una casa ajena y la oscuridad transforma la disposición de las cosas en un laberinto. No existe norte ni sur. Las ventanas y puertas se desdibujan. Los sonidos se burlan de la imaginación.

Regreso al sueño con una idea rondándome la cabeza…

Por evocación traemos a la mente lo que nos pertenece. Pero, la bruma de lo ajeno se exorciza únicamente a través de la luz.


Leer también Momentos que no Deberían Terminar

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miércoles, agosto 09, 2006
El Súper Regreso



Sala Dos de Junín. La pantalla más grande de la ciudad me espera para mi reencuentro con Superman.

Unos veinte años atrás había estado aquí mismo, pero en aquel entonces había tenido que soportar una semana entera de sopas, bajo la amenaza de no ir a ver la película, y tenerme que quedar en casa mientras todos mis amigos veían a Superman en cine: “Eso es como un televisor, pero más grande”, me habían dicho. Así que (el chantaje suele ser efectivo) me comporté tan bien como pude durante toda la semana: hice juicioso mis tareas, no dije groserías, y no contesté “qué”, sino “señor” cuando mi padre me llamaba. Como recompensa, viajamos a Medellín a comer crispetas, montar en escaleras eléctricas, y ver una versión en dibujos animados de Superman. En realidad, no entendí nada de la historia; además, el gran formato de la pantalla, sumado a la técnica de animación disponible en aquel entonces, produjo una sensación terrible de mareo en ese débil cuerpo de escasos años y abundantes fantasías.

Nunca fui gran admirador del hombre de acero, a pesar de que disfrutaba encontrarlo cada sábado en Los Superamigos; sin embargo, me producía cierta felicidad saber que para volverlo a ver en cine, no tendría que tomar sopa durante una semana. Sabía bastante bien -eso sí- que sería de nuevo en Junín, aquel teatro en el que por primera vez aparecieron antes mis ojos las primeras grandes historias, donde volvería a encontrarme con él.

La pantalla se encendió, y vine a saber de mí nuevamente cuando, recién llegaba a mi casa, vino a mí la infantil y trascendental pregunta qué quiero ser cuando sea grande.

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lunes, agosto 07, 2006
Circular Conatra

Escrito Cotidiano por Germán Gil.

La semana pasada, gracias a una reunión de colegas anual, tuve la posibilidad de reencontrarme con mi ciudad natal y visitar familia y amigos que hace tiempo no veía.

También recordé que en un noticiero de salud, hablaban de una pastilla casi mágica que borra los malos recuerdos. Después de la experiencia que paso a relatar, entendí que si en la farmacia de la esquina la vendieran, ya tendrían un comprador.

A las 10 de la mañana, salimos mi esposa, mi hijo y yo a tomar el transporte publico capitalino. Esperamos la buseta en el paradero, frente al apartamento de mis padres. Después de cinco minutos, el chofer nos hizo saber con un frenazo en seco que la cosa era de afán. Subimos. Sin instalarnos en los asientos, el tipo arrancó de manera brutal. Mi esposa, mi hijo y yo fuimos lanzados al fondo del bus, al “puesto de los músicos”. Me agarré de donde pude y cuando intenté exponer mi queja al “atarván”, me di cuenta que el sujeto estaba cuasi-encerrado en una caja de metal desde donde solo se ve la mano que recibe el billete.

Me senté después de mil maromas y me acorde de Antioquia. Que diferencia. Extrañé el paso cansino del Circular Conatra, la amabilidad del taxista paisa, la solidaridad del pasajero montañero, y la demora de la “Ruta 02” cuando tengo afán.

Pastilla que borra los malos recuerdos... ¿dónde estuviste mientras viajé a Bogotá?



Leer también El Mudo de las Rutas

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sábado, agosto 05, 2006
La Gripa de mi Perro

Escrito Cotidiano por CARLOS EDUARDO VÁSQUEZ.


“Deja de correr con la multitud.”



Abro el correo y reviso la bandeja de entrada... De cada cuatro correos, uno dice: “FW: Por favor reenvíalo”.

Cierro los ojos y pido a Dios paciencia. Sin embargo, leo uno o dos... La primera sección es la lista de idiotas que se han ido pegando como las motas a una media vieja.

Lo demás es igual: la misma vacuidad humana en cuatro párrafos sin ortografía ni redacción y la misma amenaza de lo que pasará si no lo reenvío ya mismo a mis seres queridos... y yo nunca los reenvío precisamente por que los quiero. Mejor dicho, no quiero por que los quiero.

Me amenazan con la muerte, la enfermedad o la tragedia. Me acusan de indolente y frívolo. Me juzgan por egoísta y descreído si llegara a borrar el mensaje. Me atacan con psicología barata, me regañan o me desvalorizan. Dicen que si no lo envío, mi familia puede sufrir, me puedo quedar sin amigos, estoy en riesgo de perder mi trabajo o quizás le puede dar gripa al perro... En fin, la ingenuidad del ser humano es insondable.

¿Creen ustedes que un ser humano puede determinar el destino de otros por su simple voluntad? ¿No creen que si la fe que le ponen al correo, la pusieran en Dios, sus vidas tendrían un sentido más profundo y maravilloso? ¿Es inteligente multiplicar la simpleza de alguien a quien le sobra tiempo y le faltan neuronas?

Importante: si no envías este mensaje a cada persona de tu lista de correo de inmediato... No pasará nada, absolutamente nada. Te aseguro que nadie saldrá insultado, herido o atemorizado.

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martes, agosto 01, 2006
Hola, jotito!

Escrito Cotidiano por Carlos Eduardo Vásquez.


El año pasado, en Dallas, un pastor bogotano y su esposa me invitaron a almorzar después del servicio. El tema de la charla fue la comunicación. “Uno de los inconvenientes de la congregación latina - decía el pastor - es el uso de modismos, pues, los congregantes, conforme a su región, utilizan palabras a veces incomprensibles.”

Me contó sobre una familia mexicana que esperaba la llegada de un primo del D.F. y querían que el pastor les ayudara a encaminarlo.

Cuando pidió más detalles sobre el primo, ellos se limitaron a decirle:

- Pos, es “joto”, pastor.

Al pastor le pareció un nombre un poco raro y les prometió su ayuda. El siguiente domingo, después del servicio, “Joto” estaba junto a su familia. El pastor lo saludo con una sonrisa.

- ¡Hola Joto!, ¿Cómo estás? ¿Qué tal el viaje? ¡Qué alegría tenerte por aquí!

La conversación trascurrió igual, incluso, el pastor, con su bogotanísima costumbre de usar el diminutivo, terminó diciéndole “Jotito” al muchacho.

La familia se moría de vergüenza. No podía creer que su confianza hubiera sido traicionada por su guía espiritual.

El pastor despidió a “Jotito” con la satisfacción de haber regresado un alma perdida a la senda del Señor.

Una hora después la señora de la casa lo llamó:

- Pastor, nos hizo quedar como un trapo, si lo de “joto” se lo habíamos dicho en confianza, nomás.

Después, la señora le explicó que en México, “joto” es un término peyorativo para homosexuales y afeminados. El pastor se sintió realmente mal.

El final de la historia, al mejor estilo Tex-Mex, llegó junto a una risita nerviosa... El pastor me contó entre avergonzado y divertido que el amigo ‘jotito’, como en la ranchera, “ni por la silla volvió...”


Leer también Daily Readings

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lunes, julio 31, 2006
Lo siento, mamá.



Odio desunir
una familia,
pero que una cucaracha
haga nido entre los zapatos del closet
es algo más de lo que puedo soportar...


- Carlos Eduardo -




Leer también Insomnio

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 1:53 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

Absurdo

Ya hemos hablado aquí sobre el soñar y despertarse en el mejor momento del sueño. Pero, en realidad, esa rabia sólo se produce cuando el sueño es agradable; cuando es pesadilla, despertar es la salvación. El sueño de anoche, sin embago, no es ni de la primera ni de la segunda clase: es un sueño absurdo. En él sostengo un diálogo (¿?) con un personaje realmente extraño. Lo publico sólo por exorcizar la extrañeza que me produjo.


-Oye, cómo es eso de que nada existe.

-Ah… ya te enteraste, también.

-Sí.

-Y cómo lo supiste.

-Me llegó un correo de cadena. Por poco lo borro; entró por la bandeja de spam.

-Lees spam?

-Sí

-Mal hábito; si no lo hubieras leído, no sabrías que no existes.

-Ya veo. Pero no te parece un mal detalle de parte del Hacedor?

-Sí.

-A veces me provocaría decirle el Deshacedor.

-Pero mira que sólo puede deshacerse lo que ya está.

-Ah.

-Chao, tú.

-Hasta… ¿Luego?




Responsabilizo a Borges, Hesse, Sartre, Kafka, y a Woody Allen de que estén pasando por mi cabeza esas ideas; agradezco a ustedes la oportunidad de conjurarlas.

posted by Carlos Andrés @ 12:23 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

jueves, julio 27, 2006
Conózcalo


Es éste el despertador de mis sueños.

posted by Carlos Andrés @ 9:04 AM 9 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

miércoles, julio 26, 2006
Vertiginoso



Un pez vertiginoso hubo en mí. Rompí en pedazos de cristal las certezas que me habían acompañado. Me sentí vencedor; un pez espada dejando ruinas a lado y lado del mundo para que nunca fuera igual.

Pero lo fue, una mañana reciente cuando me bañaba y recordé que era lunes de volver a la oficina.

*Carlos Andrés*

posted by Carlos Andrés @ 8:14 AM 2 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

lunes, julio 24, 2006
El no saber cómo

Colaboración de Isabel Restrepo, amiga y visitante de este blog



Cuando uno más las necesita, las palabras se niegan a salir del corazón; nunca he sabido por qué. Pero entendí que ese es el famoso nudo en la garganta que uno siente cuando la tristeza es tanta, que los sentimientos (incapaces de encontrar palabras que los definan) se hacen líquidos y quieren salirse por los ojos.

Supe que no todo son palabras. Como alguien que vive de la Comunicación, trato de convencerme que de que todo en este mundo puede nombrarse y explicarse. Hoy, esa teoría que en verdad nunca me ha funcionado, se volvió contra mí, y como un tsunami, me golpeó de frente, recordándome el poder del alma sobre la mente (que no, para mí no son lo mismo), de lo misterioso e inexplicable sobre el intelecto. Y abofeteándome, me ha dejado en la boca el amargo sabor del no saber cómo decir lo que el corazón siente.


posted by Carlos Andrés @ 6:34 AM 8 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

domingo, julio 23, 2006
Palabras...

Un Escrito Cotidiano por Diana Montoya.


No tengo nada contra las personas que voy a mencionar… es más, quisiera ser tan libre como ellos, pero infortunadamente no lo soy.

En fin... esta es la historia:

Anoche en San Antonio, mientras escuchaba la poetisa brasilera Lucia Nogueira, escuché una conversación que no deja de darme vueltas en mi imaginación.

A mi lado se sentaron cuatro muchachos, todos con apariencia muy similar a Bob Marley (rastas): pantalones cortos, sandalias playeras, gorro tejido...

Conversaron largo rato, hasta que uno preguntó: ¿Ve y cómo te fue en la fiesta de ayer? Hasta ahí todo normal. La respuesta fue la “anormal” para mi.

- Nooo parce, solo estuve un rato por que había mucho “loco”- respondió el otro.

Locooo…locoo…loco….la palabra hizo eco en mi cerebro. El tipo dijo que “había mucho loco” y tan tranquilo. No supo que lo había escuchado. No imaginaba que podía hacer volar la imaginación de alguien más. En este caso, la mía.

Lo mire de arriba-abajo cuatro veces y traté de imaginar como eran sus “locos” de la fiesta. No lo logré, no he podido...

La moraleja es que las palabras van atadas a la interpretación e interpretamos desde lo subjetivo.

posted by Carlos Eduardo Vásquez @ 9:58 PM 4 lectores dejaron sus comentarios aquí Enviar a un amigo

Mar de Palabras

1989, el mismo año en que saboreé por primera vez el mar, fue también el año en que conocí a mi segunda novia. Sí, la segunda, porque Paula (así se llama) había peleado con Marcela (la primera) sólo para estar conmigo. Fueron ésas sus palabras. Aún no sé cómo en cuestión de días ellas habían dejado de ser las mejores amigas, para convertirse en dos ejércitos antagónicos. Lo más lamentable era mi condición de objeto militar: me pregunto si fui causa o excusa de su pelea. En fin, ésa y otras situaciones me fueron introduciendo lentamente en el complejo mundo de las mujeres.

Alguna tarde, reunida con varias de sus amigas (donde no estaba, por su puesto, Marcela), Paula me pidió que las dejara solas "para hablar cosas de mujeres". Desde ahí he venido escuchando esa misma expresión de manera recurrente. Y me parece curioso que a esa edad los hombres aún no reclamáramos la exclusividad masculina de algunos asuntos. Por el contrario, las mujeres lo saben y lo practican desde temprano; en ello influye –de seguro- su capacidad admirable de aprender de sus semejantes.

Cuando me hice a un lado para que Paula y sus amigas "hablaran cosas de mujeres", un tsunami de palabras se apoderó del espacio-tiempo como si alguien hubiera vertido agua caliente en una bolsa de plástico: llega un momento en el cual las circunstancias estallan. Con mi silencio contemplé cómo entre barbies y vajillitas de plástico, ya se asomaban los más venenosos comentarios sobre sus compañeras de género.

Lo recuerdo porque hoy recibí la llamada de una queridísima amiga, quien no paró de hablar durante dos horas para contarme lo sucedido entre hoy y la última vez (semana bastante reciente, por cierto) en que habíamos hablado. Al finalizar, me dijo que le encantaban nuestras “conversaciones” (las comillas son mías). Yo me pregunté por qué ella se refería a diálogo, si en realidad sólo se trató de un monólogo consigo misma, en el que mi participación no pasaba de un “sí”, matizado con algún que otro “¿sí?, y, muy de vez en cuando un ”¡sí!”. De todas maneras, para ser fiel con la verdad, debo advertir que varias veces ellas preguntó por mí; pero, también es justo decirlo, cuando una mujer (o cualquier persona, sobre todo si es mujer) desea desahogarse, es bueno no hablar mucho.

posted by Carlos Andrés @ 1

posted by Carlos Andrés @ 1
ENTE PERO DE TODAS FORMAS ESTA BUENA LA HISTORIA.
Carlos Andrés dijo…
oye, cómo que no es el mejor fin... o sea: ¿hubieses querido que realmente miriera?
Anónimo dijo…
UN SUDOR FRIO

Con estos calores a diario que sentimos, nos pasa igual que a esta persona sentimos la muerte tan cerca que creemos que ya no podemos mas.pues al menos yo lo siento asi que horror por favor ni en la costa que si es tierra caliente. pero cuando esto me pasa a mi, yo no me siento tan a gusto como el joven de este escrito por que yo si no estoy en mi tierra. que por supuesto es lo mejor de este mundo.
Anónimo dijo…
Aaa¡! que caja muy charro; uuf yo si me hubiera reído pero es mucho no y cuando me acuerde me rió mas todavía; Pero como se te olvido que tenias eso en la maleta y no se te ocurrió ir al hospital o hacer algo para evitar morir pues (supuestamente) o es que querías morir? O no es verdad; total me pareció muy chistoso tu escrito. DIGOJOLO

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