ASUNTOS PENDIENTES
Como sol a media noche refulgían los zarcillos de la señora en los ojos del ladrón. Radiante y cercano a la escena, saboreaba la idea de cuánto dinero podría obtener al vender las preciosas joyas.
Tan pronto como la alcanzó, le pidió amablemente que, para evitar daños mayores, le cediera los pendientes; ella, sin más, los entregó, como quien da algo de lo que tiene mucho.
Él, pícaro de mil asaltos, recordó, durante la risa de sus amigos del mercado negro, que no todo lo que brilla es oro.
*Carlos Andrés*
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